''De lo que se trata no es de dónde tomas la cosas, sino a dónde las llevas''.
Jean-Luc Godard.

lunes, 28 de noviembre de 2011

El 24% de los arquitectos son falsos autónomos.



El 63,1% de los arquitectos que trabajan en España ha visto reducido su salario en el último año como consecuencia de la crisis económica, lo que casi duplica el porcentaje del pasado año, cuando los trabajadores que aseguraban haber visto descender su remuneración era el 36,6%, según el II Estudio Laboral del sector de los arquitectos españoles del Sindicato de Arquitectos (SARQ). El documento se presentó este fin de semana en el I Congreso del Sindicato de Arquitectos, celebrado en Madrid.


El salario medio anual de los profesionales de este sector se sitúa en 15.842,89 euros brutos anuales en España, mientras que los arquitectos que trabajan en el extranjero afirman cobrar una remuneración que asciende hasta los 24.564,71 euros, ha informado el sindicato. El informe destaca que el 26,7% de estos profesionales se encuentra en situación de desempleo, aunque esta cifra es menor que la del pasado año, cuando se encontraba sin trabajo el 32,4%. De esos parados, el 29,5% lleva entre uno y tres años en esta situación.

El porcentaje de arquitectos que trabaja bajo la figura ilegal de falso autónomo ha descendido hasta el 24,4% después de que en 2008 representase el 60% del total. Según el estudio, esta bajada se debe a que "la crisis ha causado que esos profesionales hayan perdido su trabajo".

Un 70,6% de los arquitectos entrevistados afirma ser o haber sido alguna vez un falso autónomo, "lo que pone de manifiesto que este tipo de contratación ilegal es una de las prácticas más extendidas en los estudios de arquitectura de España", ha aseverado el sindicato.

En cuanto a los salarios, SARQ destaca que tres de cada cuatro de los arquitectos encuestados que están en activo "no llegan al mínimo que establece el convenio nacional existente para oficios equiparables al de arquitecto", que está fijado en 23.338,98 euros brutos al año. El estudio recoge opiniones de 1.050 arquitectos.


Estudio Laboral del sector de los arquitectos españoles

jueves, 3 de noviembre de 2011

Universidad Tecnológica de Delft | Cómo una escuela rediseñó el diseño

Cees de Bont es el decano de Ingeniería en Diseño Industrial de la Universidad Tecnológica de Delft en los Países Bajos. Fuente: Sam Rentmeester, Universidad Tecnológica de Delft.


La enseñanza del diseño en el ámbito universitario está rota: a menudo mal definida, superficialmente especializada, y encerrada en los departamentos de arte, arquitectura o ingeniería. Sin embargo, si esto es así, ¿cómo puede arreglarse el sistema--de modo que los diseñadores jóvenes puedan ser adecuadamente capacitados no sólo en la búsqueda de "hacer que [las cosas] sean bonitas" (como lamentaba el diseñador Don Norman este mes en una entrevista con Technology Review), sino también en el arte y la ciencia de integrar la información de forma creativa para resolver problemas prácticos?

Uno de los programas de diseño industrial más grandes del mundo, en la Universidad Tecnológica de Delft, en los Países Bajos, ha estado operando bajo esta filosofía desde hace cuatro décadas. La Escuela de Diseño Industrial de Delft se basa en cuatro principios, o "pilares": ergonomía, tecnología, estética, y negocio. "Comenzamos con el ADN adecuado hace 40 años", comenta el decano Cees de Bont, "y hemos desarrollado cursos y programas de investigación que requieren a los estudiantes integrar el conocimiento de estos diferentes campos."

Según De Bont, la enseñanza del diseño en Delft es eficaz precisamente porque—a diferencia de muchas otras escuelas de diseño—la universidad no lo enfocó como un apéndice a un departamento de arte, arquitectura o ingeniería mecánica. "Estos inicios siempre dejan una firma muy clara en una escuela de diseño, y casi nunca resta equilibrada de manera adecuada", afirma De Bont. "Las disciplinas relacionadas como la ingeniería acostumbran a profundizar en la tecnología, pero poco más; otras escuelas más orientadas hacia la arquitectura o el arte es posible que tengan una cierta ansiedad acerca de la tecnología." Esa falta de balance, afirma el decano, puede distraer a los jóvenes diseñadores de abrazar la naturaleza interdisciplinaria de su campo. "Si nos fijamos en muchos de los problemas que estamos tratando actualmente," señala De Bont, "vemos que son relativamente complejos, que requieren la combinación de muchas especialidades para encontrar una solución correcta—y hay muy pocas disciplinas, además del diseño, que son capaces de proporcionar esto. "

La reorientación de una escuela de diseño hacia esta filosofía puede ser difícil, como ha descubierto John Maeda durante su mandato como presidente de la Escuela de Diseño de Rhode Island. Traído en 2008 como un innovador audaz con una buena comprensión de la tecnología, el diseñador digital y ex alumno del MIT Media Lab ha chocado con el profesorado sobre su proyecto de plan (llamado "Atando Cabos") para enfatizar los requisitos interdisciplinarios que acercan las bellas artes con campos como la economía, así como su esperanza de fusionar la División de RISD de Bellas Artes con la División de Arquitectura y Diseño. Además, el futuro de sus planes fue puesto en duda cuando el pasado marzo recibió un voto de no confianza por parte de la facultad de RISD. Delft se ha enfrentado a retos similares. Hace diez años, la escuela tomó la decisión de fusionar su Departamento de Ergonomía con el Departamento de Estética. "Esto creó un poco de shock", recuerda De Bont—pero una vez que los departamentos fusionados comenzaron a colaborar en el desarrollo de nuevos cursos y proyectos de investigación, comenta el decano, el departamento reorganizado "despegó". Uno de los resultados fue un énfasis en el "diseño emocional", que factoriza la experiencia del usuario en el diseño de productos y servicios. "En el pasado sólo representábamos la solución a los problemas ergonómicos, pero actualmente utilizamos este conocimiento de ergonomía para crear interacciones visual y estéticamente agradable, que es aquello realmente muy valioso", explica de Bont. "Empezamos una comunidad [académica] llamada Diseño y Emoción, que actualmente cuenta con más de 500 miembros en todo el mundo."

De Bont detecta un alejamiento constante de las soluciones puramente aplicadas basadas en productos y un acercamiento hacia un rol más estratégico de los diseñadores en la solución de problemas sociales. "Los estudiantes de diseño aún están abiertas a la reflexión acerca de cómo diseñar una cafetera de goteo con un filtro mejor, pero también están muy interesados ​​en pensar cómo mejorar los problemas de saneamiento en Kenia", destaca De Bont. "Ésa es la verdadera esencia de nuestra disciplina: el resultado puede ser algo físico, pero también puede ser un servicio, o ambas cosas—por ejemplo, en el ámbito de la atención sanitaria o la sostenibilidad." El graduado ideal de la escuela de Delft—o de cualquier programa de diseño, afirma De Bont—no es un operador de CAD/CAM muy especializado, ni un diseñador de interacción o un emprendedor. "El graduado ideal posee conocimientos en todos estos campos", afirma él. "Pero es un experto en su integración".


Via technology review Published by MIT

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